Existe en el campo médico y en los pacientes la discusión de qué tipo de célula madre es la más conveniente para cada una de los tratamientos que existen, y dentro de la temática el escoge entre células madre provenientes de la grasa subcutánea o de la sangre (médula ósea) se plantea con alguna frecuencia.
Desde hace algún tiempo la grasa subcutánea ha sido fuente de células madre del tipo mesenquimal cuyo uso principal ha sido para enfrentar problemas articulares y especialmente, para el uso en cirugía estética. Por otro lado, las células madres provenientes de la sangre o específicamente de la médula ósea se han usado desde hace 50 años con mucho éxito ofreciendo células mesenquimales como hematopoyéticas.
La grasa humana posee una regular cantidad de células mesenquimales que pueden ser extraídas utilizando métodos que separan estas células de las células adiposas. En términos generales, la forma básica de obtener las células por este medio es a través de una liposucción o lipo aspirado, el cual se deposita en contenedores especiales donde lo recolectado puede ser lavado (en el caso de que sea para trasplantes de grasa) o puede ser tratado con la enzima colagenasa con el propósito de separar los componentes tisulares, los cuales por gradiente de densidad y centrifugación depositan las células mesénquimales en el fondo del dispositivo que se ocupa para este propósito. El número de células obtenidos es directamente proporcional a la cantidad de grasa aspirada en el procedimiento quirúrgico, el cual normalmente varía entre 300 y 700 cm³ de grasa, lo cual da como resultado unos pocos centímetros cúbicos de concentrado celular, el cual por razones obvias puede siempre contener pequeñas cantidades de grasa. (Ver figura abajo). En el pequeño triángulo que queda por debajo del elemento amarillo que es la grasa, es donde se depositan las células obtenidas)
En nuestro caso, y antes de comenzar nuestro protocolo, estudiamos la posibilidad de utilizar estas células provenientes de la grasa, debido al hecho que nosotros utilizamos células mesénquimales para los tratamientos, pero también usamos células hematopoyéticas provenientes de la médula ósea las cuales según los estudios tienen mayor plasticidad que las otras. Dicho en palabras más sencillas, las células provenientes de la sangre (hematopoyéticas) tiene más poder de convertirse en células de diferentes tejidos que las otras.
Dada estas características, las razones por las cuales no nos inclinamos por las células provenientes de la grasa para tratamientos de enfermedades pulmonares o cardíacas son las siguientes:
- El origen embriológico del pulmón proviene del endodermo mientras que el tejido conectivo y la grasa provienen del mesodermo, por lo cual la organogénesis es diferente para órganos como el pulmón o el corazón que para la grasa y los huesos.
- La grasa aunque sea en pequeñas cantidades no es muy amiga de los pulmones y del corazón, y en este último, los depósitos de grasas como el colesterol son los causantes de gran cantidad de infartos por lo cual, el uso de células provenientes de grasa parece ser no del todo conveniente. También las embolias grasosas que se dan en pacientes sometidos a cirugía estética y proveniente de liposucciones son efectos adversos de estos procedimientos que no deseamos tener en pacientes con daño crónico pulmonar.
- En el caso de las células obtenidas de la grasa, además del procedimiento de liposucción que debe de realizarse, las células deben de ser separadas por medio de procedimientos químicos lo cual no sucede en la recolección de células de sangre periférica o de médula ósea en las cuales no existe ningún medio químico que pueda dañar, degenerar o modificar la estructura de las células que se ocupan para el trasplante. En otras palabras, en nuestro protocolo las células no se enfrentan a ningún tipo de tratamiento químico ni de manipulación externa.
- En el procedimiento de liposucción se necesita anestesia general lo cual no es del todo deseable en un paciente con problemas respiratorios o cardíacos crónicos.
- La cantidad de concentrado celular que se obtiene de las células provenientes de la grasa es de apenas unos cuantos centímetros cúbicos, mientras que la separación de células hematopoyéticas por medio de un separador celular de última generación puede ser hasta 100 veces mayor que la cantidad obtenida de la grasa. Dado que es obvio que entre más cantidad de células existan, mayores chances de anidamiento puede suceder, la recolección de células de la grasa no otorga mayores ventajas que el método de obtención de células hematopoyéticas de sangre periférica y de células mesénquimales provenientes de la médula ósea.
- La mayoría de estudios efectuados para el tratamiento con células madre en las enfermedades crónicas de pulmón y corazón utilizan células hematopoyéticas o mesénquimales que no provienen de la grasa.
- Por último, de la grasa solamente podemos obtener una pequeña cantidad de células mesénquimales, mientras que de sangre periférica y de médula ósea podemos obtener dos tipos diferentes de células (hematopoyéticas y mesénquimales) lo cual nos da la oportunidad de hacer un doble tratamiento en uno con dos tipos de células diferentes, incrementando de esa manera el porcentaje de efectividad que se puede obtener de cada terapia.
En conclusión podemos decir que para el tratamiento de afecciones hematológicas, pulmonares y cardíacas la células madres provenientes de la sangre son el mejor escoge, mientras que para el tratamiento de enfermedades de articulaciones o para cirugía estética pueden utilizarse las células provenientes de la grasa.